Me llevó en sus hombros cuando no pude más,
escuchó mi clamor cuando le temí al fuerte mar,
curó mis heridas y lo que en mí estaba mal,
secó mis lágrimas y me dijo: "Acá estoy ya".
Me llevó en sus hombros y dormida quedé,
reposé y cobre aliento en todo mi ser,
su olor era de hogar, de dulce querer,
sus manos me sujetaban, Él no me dejaba caer.
Me llevó en sus hombros, le pertenezco a Él,
no hay otro amor más grande como en el que Jesús hallé.
Liliana A. Lizcano.
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